A unas pocas horas de avión desde Europa, el continente africano guarda muchas sorpresas, desconocidas para muchos.
Y una de ellas es sin duda Marruecos, el balcón atlántico de África. Desde sus majestuosos e imponentes desiertos a sus impresionantes y mágicos paisajes, pasando por sus siempre atractivas playas
o sus increíbles construcciones al estilo árabe y bereber. Porque Marruecos combina
a la perfección la esencia del Mediterráneo con la del Atlántico. Las costas marroquíes
y sus cautivadores atardeceres te dejarán prendado de la naturaleza de este cautivador entorno. Cuando conozcas Marruecos, ¡Desearás volver otra vez!
Cuando viajamos, solemos adentrarnos en la eterna disyuntiva entre playa o montaña. Marruecos ofrece al viajero un sin fin de posibilidades que permiten combinar a la máxima perfección ambos alicientes. Las cumbres de la cordillera del Atlas proporcionan al paisaje marroquí una belleza tal que resulta imposible describirla con palabras. Sólo se puede sentir este ambiente casi místico que envuelve a este espectacular entorno experimentándolo en vivo. Y en cuanto a sus costas, Marruecos presenta múltiples encantos tanto en la costa atlántica como en la mediterránea.
Una primera aproximación a este hermoso país de contrastes podemos iniciarla
en el puerto de Tánger, punto de paso entre el Mediterráneo y el Atlántico. Fundada
en el siglo IV a.C por los cartaginenses, la ciudad se convirtió en seguida en un gran
núcleo destacado del comercio, tanto marítimo como terrestre. La medina de Tánger
es hoy uno de los mayores ejemplos de los vestigios de su pasado, caracterizado
por el paso de multitud de pueblos y culturas. Entrando precisamente en esta medina,
nos encontramos con el famoso zoco, uno de los lugares más concurridos
y atractivos de la ciudad, donde podemos sacar a un buen precio nuestras compras utilizando el siempre recurrente arte del regateo. Desde el Gran Zoco, accediendo
por la calle Italia, alcanzamos la Kasbah, la antigua fortaleza de Tánger, cuyas murallas vigilan la medina y todo el resto de la ciudad. Este importante núcleo portuario guarda muchas más sorpresas a sus visitantes como, por ejemplo, una plaza de toros. Tánger
es asimismo una ciudad que, aunque muchos lo desconocen, rebosa intelectualidad.
Muchas de sus calles reflejan el eco de referencias artísticas y literarias. Y es que la ciudad ha inspirado a genios de la talla
de Eugène Delacroix, Henri Matisse, Oscar Wilde o Tennesse Williams.